“Porque soy tu padre (madre)”, “Mientras vivas bajo mi techo…”, “Cuántas veces tengo que decirte…”. Ah, esos “dulces” comentarios que tantos de nosotros hemos escuchado o dicho en algún momento de nuestra vida. Ciertamente los padres buscan cuanta herramienta les sea posible para prohibir, reprender o amedrentar a esos pequeños “critters” (criaturas traviesas) que todos habremos sido en algún momento. Padres que se desesperan por no saber cómo llamar la atención de sus hijos para que les obedezcan, e hijos frustrados por no entender el por qué se les prohíben ciertas cosas. Por otro lado tenemos padres cuyas prohibiciones recibidas en su infancia los dejaron tan marcados que decidieron irse al otro polo y decir: “Yo nunca le negaré nada a mi hijo”. Lamento decir que ninguno de esos polos tiende a ser de utilidad. Ambos tienen sus pros y contras. Revisemos con calma.
Las frases que mencioné en un principio, muchos las habremos escuchado, otros las habrán dicho. Nuestros padres fueron entrenados para decirlas, al igual que muchos padres actuales. Es lamentable que la única funcionalidad que tengan sean las de imponer autoridad a través del miedo y el enojo. No es culpa de nadie, simplemente no se les explicó que sólo servían para eso y continuaron siendo repetidas a lo largo de la historia. Estas frases provienen de la desesperación y frustración de un padre que no se siente escuchado, comprendido y/o respetado por su hijo. Es un intento de promover dichas cualidades, pero infructuoso. Por el otro lado, podemos recordar cuando dichas frases nos fueron dichas a nosotros y nos hicieron sentir miedo, incomprensión y; en algunos casos, injusticia. Es interesante como podemos llegar a recordar cómo nos hizo sentir escuchar dichas frases y, aun así, las repetimos. No aprendimos a hacer algo diferente. Las emociones en ambas partes (padres e hijos) son muy similares, sobre todo por la sensación de incomprensión. La respuesta a la situación problemática parecería simple. Promover la comprensión entre padres e hijos. Sí y no. ¿Puedes recordar alguna situación en la que alguien te haya prohibido algo explicándote el por qué?, ¿se sintió igual esa ocasión a las otras? En cierta forma, es cierto cuando dicen que somos seres que buscan la contra, pero esto tiene a ser más frecuente cuando es una prohibición llana y concisa, sin explicaciones ni nada que se le parezca. El nutriólogo te prohibió comer ciertas cosas, ¿qué es lo primero que se te antoja? Les prohibimos a los jóvenes el alcohol y el tabaco y, ¿qué es que se les antoja? Con las cuestiones del sexo en jóvenes no entraré en detalle por cuestiones del bombardeo mediático, no tanto por la contra. Cuando le dices a un pequeño que no haga algo, éste sentirá aún más curiosidad y buscará hacerlo. ¿Recuerdas, te han contado o has visto que los niños son seres llenos de curiosidad y hambre de conocimiento, de saber todo lo que les rodea y para qué sirve cada cosa?, ¿te sorprende que un niño pequeño sea más capaz de utilizar nuevas tecnologías antes que sus padres? Un niño sano es curioso y explorador, busca conocer y entender lo que le rodea. Cuando se le niega una explicación o esta no tiene
sentido para él, buscará respuestas en otro lado, ya sea por experimentación, preguntándole a alguien más o buscando entre tantas mentiras y mitos del internet o la televisión. Cuando un niño no obedece alguna orden, no es por rebeldía o por ser hiperactivo, simplemente es porque no entiende el por qué. La manera más útil en que un pequeño obedezca una orden sin causarle “traumas” es explicarle razones. Solo recuerda que es un niño pequeño o según sea su edad, hay palabras o terminología “adulta” que no comprenderá. Explícale con palabras y formas que entienda. No con floresitas y abejitas, sino las cosas como son, de lo contrario estarías ofendiendo su intelecto y tú recuerdas cómo te sientes tu cuando alguien ofende tu intelecto ¿verdad? Solo te recomiendo que primero escuches y preguntes a tu hijo lo que sabe y lo que conoce, así te darás una buena idea de cómo hablarle.
Ahora. Para aquellos padres cuyas buenas intenciones de no repetir “traumas” en sus hijos, los llevan a evitar lo más posible negarles algo a sus hijos, haré un par de preguntas primero. ¿Tu hijo ha comenzado a olvidar cómo pedir las cosas y comenzó a demandarlas o a dar órdenes a ti o a otros adultos?, ¿tu hijo parece sólo acercarse a ti para pedir algo?, ¿tu hijo está teniendo problemas de conducta en la escuela?, ¿ha estado en problemas con la autoridad mientras tú lo defiendes? El deseo de proteger y cuidar a un hijo es algo saludable pero ¿hasta qué punto? El mundo tiene reglas, leyes y códigos de conducta que deben llevarse para un buen convivir. La ironía es que al tratar de proteger a nuestros hijos de “traumas” por prohibiciones, los dejamos vulnerables ante el mundo. Tú puedes decir que seguirás protegiéndolo siempre, pero ¿qué pasará cuando tú no estés o no puedas hacerlo? Decir no, negarle algunas cosas y establecer reglas en el hogar y hacerlas respetar es algo necesario y no tiene porqué ser “traumático”. Al contrario, sería peor no establecer dichas reglas.
Por el momento dejaré este artículo hasta aquí. Tomemos en consideración que llega a haber situaciones en las que esto no aplique. Estamos hablando de manera general después de todo. Espero te haya sido de utilidad la información y la compartas con alguien más. Gracias por tu interés en una vida mejor.
Mtro. César Guerrero. Psicoterapeuta.